Durante los últimos 20 años, el estudio de la motivación en el contexto deportivo ha sido y es uno de los principales temas de estudio y análisis.
Para los profesionales dedicados al entrenamiento deportivo se asume la importancia de la motivación en el rendimiento de los atletas en general. Incluso se ha llegado a afirmar que un atleta mal entrenado y motivado podría llegar a conseguir mejores resultados que otro bien entrenado y desmotivado. Se trata pues, de aplicar una serie de posibilidades que en el ámbito del entrenamiento deportivo pueden llevar a mantener y/o incrementar los niveles de motivación. Se han realizado investigaciones sobre dicho campo y el del abandono deportivo, estrechamente relacionados, pues un deportista desmotivado siempre tiene mayores posibilidades de alejarse de la práctica.
Además de la continua mejora del rendimiento, siempre se trata de evitar el abandono sobretodo en la alta competición, por ejemplo en deportes como la natación, con contrariedades como la monotonía y niveles de exigencia muy altos.
Se pueden desarrollar estrategias o técnicas específicas para motivar a los atletas, pero ojo: no identificar cómo interactuan dichas estrategias puede producir efectos negativos sobre la motivación.
Uno de los factores que determinan la motivación del atleta es el motivo. Deben existir motivos, razones para realizar algo, que induzcan a iniciar determinadas actividades/acciones.
Motivación extrínseca (M.E.) y motivación intrínseca (M.I.), se consideran los tipos de motivación más comúnmente aceptados. La M.E. proviene de estímulos externos (características del deporte y entrenador) y se basa en: Recompensa, Castigo e Incentivo. La M.I. se refiere a la capacidad de auto motivación de uno mismo, relacionada en muchas ocasiones con aspiraciones personales.
Para incrementar la motivación del atleta, el entrenador debe conocerlo bien, de esta manera sabrá sus inquietudes, necesidades, metas, y podrá llevar a cabo las actuaciones de manera individualizada. Por ejemplo: un atleta puede reaccionar de forma positiva ante una «reprimenda» e incrementará su nivel de esfuerzo, pero otro puede reaccionar de manera totalmente opuesta. Por eso es tan importante conocerlo.
Otro aspecto que incide en la motivación es la formación del entrenador; hay que creer firmemente en lo que se está haciendo, pues esto es captado por los atletas, y puede hacer ganar terreno al trabajo de motivación.
Los expertos hablan sobre técnicas motivacionales planificadas (Programa Paralelo de Motivación), o no planificadas cuando es necesaria su intervención en determinados momentos. Hay épocas de la temporada en las que hay que incidir más en aplicar técnicas de motivación; establecer los entrenamientos de una forma más amena, variada, en un entorno agradable, y en definitiva, más motivante.
Para crear una planificación para incrementar la motivación, hay que tener en cuenta aspectos como:
– El entrenamiento: combinación de espacios, obstáculos, ejercicios nuevos, combinación de ejercicios, variedad de material, material alternativo, creatividad de los ejercicios, etc. Las actividades deben implicar física y cognitivamente al atleta, deben suponer un reto alcanzable y fomentar su creatividad y disfrute. Además, las actividades se deben seleccionar según el tipo de trabajo (aeróbico medio, alto, anaeróbico) correspondiente a la época de la temporada. Es importante que cada entreno genere expectativas en el deportista.
– La competición: para muchos deportista la competición en sí ya supone una motivación. No obstante, para otras personas la competición supone un estrés añadido y puede provocarles ansiedad. Aquí es muy importante conocer al atleta, como he dicho antes. Generalmente se recomienda competir cuando se está preparado, pues en caso contrario, puede suponer una desmotivación y generar una experiencia negativa. Carreras de relevos, competir fuera (resto del territorio nacional o extranjero), acompañar al deportista en sus competiciones, animarse entre los compañeros, …
– El entrenador/a: confiere influencia positiva, genera confianza, aprobación, motivación, en definitiva, para el atleta. Las habilidades comunicativas y saber transmitir la información de manera clara y concisa son elementos muy importantes para hacer un buen trabajo de motivación. Especial mención a la observación y a la comunicación bidireccional; el saber escuchar es vital.
– Sistema de incentivos/recompensas: debe estar basado en el esfuerzo personal, y me refiero al esfuerzo individual de cada uno, y también a hacer partícipe a todos por igual y reflejar la calidad del entrenamiento realizado. Un incentivo puede ser positivo (premio) o negativo (castigo), material (camiseta, gorros de natación, sesión de spa) y es recomendable realizarlo sólo en determinados momentos de la temporada, o no material (corregir y alabar, promover la disciplina -retrasos, consecución de los entrenamientos- , realización de estiramientos, realizar con ellos estiramientos asistidos, etc).
– Actividades extra deportivas (de carácter lúdico/social): viajes con el equipo, excursiones, cenas, realizar competiciones dentro del mismo equipo, etc.
En general, es necesario determinar los momentos de la temporada con mayor carga psicológica y física para el atleta, para poder realizar estas estrategias de motivación en momentos específicos. Y muy a tener en cuenta que el trabajo de motivación está indirectamente relacionado con el nivel de rendimiento; no siempre el elemento de evaluación debe ser el crono, pues hay que encontrar otros elementos que sigan alimentando fuerza, ilusión y motivación. Que el atleta perciba que se le tiene en cuenta y sepa qué es necesario para mejorar.
Para finalizar este post, comentar que hay un elemento que, por encima de todos, lidera cualquier estrategia motivacional, y es el enseñar y hacer las cosas con PASIÓN!!!