En el año 2004, en la conferencia “Obesidad: Orígenes e Influencias Medioambientales”, el Instituto Nacional de la Salud Americano hizo un llamamiento urgente para que se investigase a fondo la relación entre la obesidad y los productos químicos que alteran el sistema hormonal, apuntando que la exposición a éstos, especialmente en el útero, podría dañar irreparablemente los mecanismos de control de peso del organismo.
Los productos químicos industriales que alteran el funcionamiento hormonal afectan gravemente al metabolismo humano y al control del apetito. Muchos de esos productos químicos, precisamente, entran en nuestros organismos a través de la alimentación, en forma de residuos de contaminantes como pesticidas, fungicidas, etc.
Toxicólogos y endocrinos de diferentes partes del mundo hicieron estudios de manera individual y aislada, es decir, cada uno realizó sus análisis, y se percataron de que los interruptores endocrinos eran alterados por estas substancias químicas medioambientales. Los interceptores «engañan» a los receptores (endocrinos) para que crean que son hormonas naturales. La doctora Retha Newbold (toxicóloga) analizó agentes químicos pesticidas y llegó a la conclusión de que provocan un aumento de las células grasas en el sistema reproductivo. Fue probado con ratones; los que eran tratados con el agente químico pesticida bisfenol engordaban más que los no tratados con dicho agente. Esto fue todo un descubrimiento, pues contrastó el estudio con otros tantos colegas de profesión (a los que no conocía directamente) y todos habían llegado a la misma conclusión en sus diferentes estudios.
Y la conclusión es que estos agentes químicos medioambientales alteran el sistema endocrino y afectan directamente al sistema reproductivo y de crecimiento.
La doctora Paula Baillie-Hamilton estuvo muchos años de investigación forense sobre contaminación. En su libro «Toxinas químicas» se afirma en sus conclusiones de que los productos químicos en el ambiente estaban afectando la fertilidad de la vida salvaje. Y si afectan a la fertilidad por ende afectan a las hormonas, y éstas controlan funciones del cuerpo como el control de peso. Encontró que los productos químicos, que en grandes dosis ocasionan pérdida de peso, parecían hacer engordar en pequeñas dosis, las mismas dosis a las que estamos expuestos en nuestra vida diaria.
Estudios con personas obesas concluyen que, a medida que adelgazaban, presentaban en sangre un drástico aumento en los niveles del pesticida DDT y de uno de sus productos de degradación, el DDE.
Los compuestos organoclorados se almacenan generalmente en los adipocitos (células grasas). Cuando se adelgaza los adipocitos liberan estos químicos de nuevo en la sangre, que circulan libremente, y los niveles de hormonas tiroideas (necesarias para mantener un metabolismo eficiente) caen drásticamente. Lo mismo ocurría con el IMB (índice de metabolismo basal), así como con el gasto de energía y los niveles de encimas oxidativas de músculo estriado, que determina la eficiencia con la que los músculos queman energía. Cuando estos niveles no funcionan correctamente, la energía se almacena como grasa. Es como si no funcionara el horno de quemar calorías :O
La lista de los productos químicos que pueden ocasionar obesidad incluye una gran variedad asociada con la industria y la contaminación ambiental. Según la doctora Paula Baillie-Hamilton, es la forma en que los contaminantes químicos interactúan con el sistema nervioso simpático. Este sistema libera hormonas como adrenalina y noradrenalina que suprimen nuestro apetito, especialmente de grasa. También aumentan la habilidad y el deseo de ejercicio y la temperatura corporal, de forma que cuando hacemos ejercicio estamos quemando calorías más eficientemente. Los productos químicos organoclorados actúan directamente sobre el sistema nervioso simpático atacando todos y cada uno de sus mecanismos de funcionamiento. Reducen los niveles hormonales necesarios para mantener un peso equilibrado y bloquean, e incluso destruyen, los receptores hormonales en los adipocitos. Esto significa que las hormonas no se pueden comunicar con los adipocitos y estas células son menos sensibles a las hormonas en circulación que regulan el metabolismo.
Estos químicos provocan la termogénesis adaptativa (disminuye el IMB que es el ritmo al que el cuerpo quema calorías) y la recuperación de peso tan tristemente familiar para los que hacen dieta. Al aumentar el número de células grasas se hace más difícil bajar de peso.
Aunque los profesionales en la materia (toxicólogos, endocrinos, nutricionistas, forenses) reconocen que todavía queda mucho por investigar sobre la forma en que estos químicos interfieren en el metabolismo, lo que sí afirman es que, aparte de disparar los cambios hormonales, la presencia de toxinas puede también actuar como disparadores inflamatorios.
Además, en cuanto al crecimiento, estos agentes químicos tóxicos afirman que provocan el aumento de células grasas en niños, sin embargo, pasada la pubertad, el número de mantiene, aunque pueden disminuir de tamaño.
Pero, qué productos del día a día son los que más nos afectan? Son los llamados obesógenos.
Ahí van algunos, tomad nota porque realmente asombra:
– Nicotina: también provoca sobrepeso postnatal.
– Cubiertas de productos electrónicos.
– Cubiertas de neumáticos.
– Recubrimiento de algunas latas de conserva de alimentos.
– Alfombras.
– Algunos productos dentales (por ejemplo para fijación de prótesis).
– Alimentos: por ejemplo las manzanas son uno de los cultivos más rociados de pesticidas en la agricultura convencional.
– Etc.
Nota para reflexión: qué paradoja que en el mundo llamado desarrollado estemos luchando contra la obesidad y otras enfermedades que provocan la muerte, y en el mundo subdesarrollado persistan los problemas de muerte por desnutrición o inanición.
RECOMENDACIONES
Está claro que los principales motivos de la obesidad son el estilo de vida sedentario y la mala alimentación (malos hábitos y/o alimentos basura), pero los tóxicos medioambientales también provocan esta epidemia. Así es que, algunas recomendaciones serían:
Evitar la exposición a agentes químicos, en la medida de lo posible.
Optar por una dieta ecológica. Además, los alimentos “bio” ayudan a “reparar” el funcionamiento hormonal.
Tratar de evitar los productos con gluten aunque no seamos celíacos (glicoproteína que se encuentra en las semillas de muchos cereales), pues es utilizado como aditivo para dar viscosidad, espesor o volumen a muchos alimentos.
Evitar el cocinar los alimentos a la brasa o barbacoa; se liberan agentes tóxicos que luego nos comemos!
Si es que, al fin y al cabo las recomendaciones siempre van a ser las mismas, llevar un estilo de vida saludable, no fumar, comer bio-sano y hacer deporte ;P
Fuente: documental de la 2 tv – La epidemia de la obesidad.