En los últimos años han aparecido varios estudios que relacionan el ciclismo con la pérdida de densidad ósea.
Obviamente los huesos rotos ocupan un lugar importante en la estadística de accidentes frecuentes entre los ciclistas de alto nivel. En 2009, de los más famosos fue la rotura de clavícula de Lance Armstrong, y otro estadounidense top, Christian Vande Velde, se fracturó en seis lugares, tres de ellos en la espina dorsal, durante un accidente en Mayo en el Giro D’Italia.
Según Aaron Smathers (investigador del Departamento de Ciencias del Ejercicio y la Salud en la Universidad de Oklahoma), a mayor masa mineral en los huesos, mayor es su resistencia a la fractura. En su estudio (2006), comparó la densidad ósea de 32 ciclistas competitivos masculinos, de alrededor de 30 años, con un grupo de ciclistas hombre de la misma edad, físicamente activos, pero que no compiten. Radiografías de sus huesos mostraron que casi todos los ciclistas que compiten tenían notoriamente menos densidad ósea en la columna vertebral que el grupo de comparación. Algunos de los competidores, jóvenes de poco más de 20 años, mostraban incluso osteopenia en su columna, condición física previa a la osteoporosis.
En otro estudio posterior (2008), Smathers corroboró estas conclusiones, y además comparó a ciclistas con otros deportistas tales como culturistas, levantadores de pesas, corredores de fondo y triatletas. En concreto, los triatletas aumentan su densidad ósea durante la temporada de competiciones.
En este estudio se relacionó la densidad ósea con la masa corporal; los ciclistas más livianos tenían menor densidad ósea. Además, muchos ciclistas activos, en un día queman más calorías de las que consumen, un desequilibrio energético que está siendo estudiado para determinar su impacto en la pérdida de densidad ósea. Y, por otro lado, en la transpiración, un ciclista puede perder cientos de miligramos de calcio en una hora de rodaje. Según estudios realizados, consumir líquidos enriquecidos con calcio durante rutas largas y en condiciones de calor puede ayudar a frenar en algo esta pérdida de densidad.
Para prevenir este problema, se recomienda para el entrenamiento ciclista:
– Ejercicios pliométricos: movimientos dinámicos tales como saltos, flexiones con palmadas, saltos a la comba y trabajos de fuerza con peso libre.
– Alimentación: consumir alimentos ricos en calcio, como lácteos y derivados, coliflor, almendras, alubias, brócoli, higos, etc.
– Tomar el sol de forma moderada: regula la obsorción de vitamina D, encargada de regular el paso del calcio a los huesos, y contribuye a la formación y mineralización ósea.
– Iniciarse en el maravilloso mundo del TRIATLÓN (ejem…, jajajaja), el más completo de los deportes !! :)))))))