Es una muy fina línea la que separa la cantidad de ejercicio exacta para unos resultados óptimos y el exceso de trabajo que conduce al sobreentrenamiento.
Existen siete síntomas que suelen estar asociados con el sobreentrenamiento. Si se comprueba uno de ellos es posible que se esté en el umbral del exceso de entrenamiento. Estos son:
1- Cansancio crónico.
2- Insomnio.
3- Pérdida del apetito.
4- Falta de entusiasmo por el entrenamiento.
5- Recuperación lenta después de cada sesión.
6- Dolor crónico en articulaciones y músculos.
7- Aumento de la frecuencia cardíaca en reposo.
Todas estas características están asociadas y pueden ser consecuencias unas de otras.
La fatiga crónica va asociada frecuentemente al insomnio. Las reservas de energía del cuerpo se pueden comparar con una cuenta bancaria, se debe depositar por lo menos tanto como se retira; de lo contrario la cuenta quedara sin fondos. De manera análoga, no se puede utilizar las reservas de energía del organismo a mayor velocidad de la que las repones o entras en bancarrota energética.
Ahora bien el sistema orgánico más afectado por estos desajustes energéticos es el sistema nervioso central. Esto se debe a que las glándulas adrenales (productoras de mediadores químicos) se hipertrofian, este fenómeno se produce cuando las cargas de entrenamiento se mantienen a nivel de entre el 75 y el 85% de la máxima capacidad de fuerza. Exactamente el mismo formato que se usa para el entrenamiento de fuerza y volumen muscular. Esto quiere decir que si se sobrecarga demasiado el sistema de adaptación con una tensión crónica de entrenamiento las glándulas adrenales hipertrofiarán y lentamente se caerá en sobreentrenamiento.
Algunas de las causas que pueden desencadenar este estado de deterioro físico-psíquico:
1)- Aburrimiento y monotonía en las rutinas de trabajo.
2)- Desgaste excesivo mediante actividades exteriores.
3)- Preocupaciones, cansancio, nervios.
4)- Falta de sueño.
5)- Mala nutrición.
6)- Presiones psicológicas por causa de la proximidad de una competencia.
7)- Consumo crónico de estimulantes del sistema nervioso.
8)- Por supuesto un entrenamiento donde se utilizan a menudo cargas excesivas.
9)- Demasiado énfasis en contracciones negativas y repeticiones forzadas.
10)- Una dieta deficiente en aporte calórico y/o carbohidratos.
Cansancio muscular
El músculo se contrae por dos condiciones: por una parte, es preciso que esté convenientemente abastecido de substratos, especialmente glucosa (y llenos sus depósitos de glucógeno), verdadero carbón muscular, y por otra parte, se precisa que los residuos que se forman durante la contracción muscular sean eliminados normalmente. Si una de esas dos condiciones no se cumple, aparece el cansancio de origen muscular, el cual se presenta, tanto cuando el abastecimiento del músculo no esta asegurado, como cuando la eliminación de sus propios residuos se acumulan en él y envenenan de cierto modo la misma fibra muscular.
En ese momento hay que ir aminorando la actividad física (o parar) y descansar, en parte para permitir el abastecimiento del músculo, y para darle tiempo a que elimine sus residuos que, en virtud de la intensidad del trabajo efectuado, se han producido en abundancia excesiva para ser eliminados a medida de su producción. Ejemplos de residuos son el ácido láctico, las ptomainas, las leucomainas, el ácido carbónico.
Si el sobreentrenamiento es crónico (a largo plazo) se entra en una espiral que acabará conduciendo al atleta a las lesiones por sobreuso, la depresión y la pérdida de masa muscular. En el mejor de los casos, la recuperación completa del sobreentrenamiento crónico puede suponer semanas. Sin embargo, si el sobreentrenamiento ha sido a corto plazo, no se padecerán lesiones, y cuando el atleta regrese a su rutina normal (con el debido tiempo de recuperación) podrá seguir un efecto de sobrecompensación.
Esto hace comprender la necesidad del deportista por alternar los entrenamientos con períodos de descanso suficientes. Y por supuesto saber dosificar de manera adecuada tanto los entrenamientos como la alimentación y los descansos, manteniendo sanos todos los órganos encargados de la eliminación de las sustancias tóxicas (riñones, intestinos, hígado).